El frío nos dejó con los labios partidos y los bolsillos llenos de polvo. Llevando botas exageradas (creadas para caminar kilómetros) que terminamos usando para conducir autos compactos. Yo las usaba porque pensaba que manejar sin licencia era un deporte extremo.
Manejaba un auto con el asiento trasero lleno de hojas, con letras iguales a estas: inconclusas, ambiguas, pretenciosas. Y otras tantas totalmente alejadas a estas: entretenidas, intimas, reales.
Porque las historias buenas son las que decides no publicar en tu blog por miedo a que el sobrino de tu tío se enteré y se lo diga al padrino de tu hermano. Lo que la gente quieren leer (me incluyo) es ese tipo de historias que incomodan a tus familiares.
Mostrando las entradas con la etiqueta pasajeros. Mostrar todas las entradas
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marzo 20, 2013
marzo 11, 2013
Cazadores
I'm a tulip in a cup
I stand no chance of growing up
I've made my peace, I'm dead, I'm done
I watch you live to have my fun
I stand no chance of growing up
I've made my peace, I'm dead, I'm done
I watch you live to have my fun
Valentine - Fiona Apple
¿Tiene algún nuevo truco para mi? ¿Alguna nueva mirada o nueva frase para rematar? Llevo horas esperandote en esta misma puerta. He repasado lo que se supondría que te diría, pero ahora todo se esfumó. Quedate así, no te muevas, dejame que vea tus ojos... eres justo como esos elefantes bebes que son rescatados luego de que sus madres son degolladas por sus colmillos. ¿No tienes nada nuevo para mi? Dejame y te digo que luces bastante igual, esa ropa luce un poco ordinaria en ti. Definitivamente no sabes lucir la ropa ¿Que estoy esperando? Tu regreso, pero para ser sincero mis expectativas eran mayores... ahora que te veo no sé que hacer. ¿Sabes? en el mercado negro los colmillos de marfil llegan a estimarse hasta a 70,000 euros. Ahora que lo digo, me doy cuenta que ya no veo marfil en ti. Es una lastima, quiza lo que tenías lo perdiste de camino a casa.
a las
3:50 a.m.
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octubre 17, 2011
Easy Rider
Easy Rider
Antes de irse Dennis habló conmigo en el pórtico.
-No me odies por irme, luego me entenderas. Tu también querras despojarte de todo un día de estos... Descubrirte a través de los ojos maravillados de otro. Y te daras cuenta que el tipo de persona que eres; esa persona a quien defendías a capa y espada, esta más dispuesta a cambiar de lo que creías. Y sin dudarlo te retractaras de alguna de tus opiniones, pondrás tus fotografías boca a bajo, dejaras de responder cuando te llamen por tu nombre. Seras otra persona y por lo tanto seras tu misma"
a las
1:33 a.m.
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octubre 16, 2011
Músico/Sin Techo
I said, "Farewell honey, I'll see you on Judgement Day
Ah, yeah, oh, yes, I slowly walked away
I said, "Farewell, farewell, I'll see you on the Judgement Day
Ah, yeah, oh, yes, I slowly walked away
I said, "Farewell, farewell, I'll see you on the Judgement Day
Músico/Sin Techo
La casa de N estaba inquietantemente abarrotada.
Como la madriguera de una rata, una rata melómana, donde una colección de 200 discos de vinil era su epicentro. La gente le decía loco pero, para hacerle justicia, he de decir que aquellas ideas carecían de fundamento. Sólo porque evitaba la interacción humana y gustaba escuchar disco de Son House a las 2 de la madrugada los pueblerinos sentían el derecho de señalarle por la calle. Un bohemio en París. Un loco en el pequeño poblado de Cerro Azul.
Fue en los 70´s cuando algo pasó en su cabeza, esquizofrenia decían. Pero desde que lo conocí, a la temprana edad de 8 años, nunca me produjo temor... sino mas bien admiración. Pasaba la mitad de las vacaciones de verano siguiéndolo por las callejuelas del centro y la otra mitad husmeando entre sus discos, libros, escritos y basura.
En una mañana de 1990 las autoridades informan que una fuerte tormenta embestirá al poblado. N escucha el aviso de alarma por radio. A las 11 am sale en busca de algunas veladoras y suministros. En un hecho extraordinario avisa a uno que otro despistado sobre la tormenta que se avecina.
Dicho temporal sigue siendo recordado como uno de los peores. N no regresó de hacer sus compras y nunca encontraron su cuerpo.
Un año después de su desaparición, curanderos/chamanes convencen a mi desconsolada abuela que la mejor manera de darle paz al espíritu de N era quemando todas sus pertenencias.
Yo no volví a pisar el pueblo. Me negué a aceptar su muerte y aun le busco en el rostro de cada indigente o músico con el que me topo por la vida. Tengo la seguridad de que esta vivo. Pensar lo contrario no tiene la mínima utilidad.
Yo no volví a pisar el pueblo. Me negué a aceptar su muerte y aun le busco en el rostro de cada indigente o músico con el que me topo por la vida. Tengo la seguridad de que esta vivo. Pensar lo contrario no tiene la mínima utilidad.
a las
1:00 a.m.
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enero 24, 2011
El prologo de Max
La vida no es un problema para ser resuelto, es un misterio para ser vivido.
Anónimo
El prólogo de Max
Una vez hablando con Sofi, compañera de Max durante lo que podría llamarse "un profano invierno en New York", le pregunté porque había terminado con Max a lo que ella respondió sin chistar:
-Le dije que ya no lo amaba, pero era mentira- comentó mientras intentaba prender un cigarrillo -lo cierto es que no podía pasar una noche más con él. No, no es lo que estas pensando era ¡faaabuloooso! en la cama, pero al caer dormido comenzaban los murmullos- Sofi fijó sus ojos azules en la nada y esa mujer rubia, de 1.80, con esa elegancia como adherida a la piel, de repente me pareció desarmada.
-¿Murmullos?- le pregunte evidentemente intrigada.
-Murmuraba como si estuviera poseido, su respiración se agitaba y saltaba debido a desquiciantes espasmos. Pasé las peores noches de mi vida. Y aunque nunca he sido una mujer religiosa, tanto le amaba que fui hasta una iglesia solo para conseguir un poco de agua bendita y así echársela en los pies, pero nada pasó... bueno, un resfriado tal vez.
Al terminar su historia Sofi se levanto con la excusa de prepararme otro old fashion, pero al volver, como arrepentida de contarme la verdad de los hechos me pidió no comentarle nada a Max -Prefiero que piense que no le amo, eso casi siempre hace que los hombres me compren algo lindo.
Dos noches después aun pensaba en Max, pero sobre todo en lo que Max desconocía de su propia vida. Y aunque siendo sinceros todos estamos metidos en el mismo barco, surcando en nuestra ignorancia, sentí la inquietud de escuchar más, y fue con ese simple pretexto que comencé a redactar esta biografía.
a las
12:41 a.m.
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diciembre 24, 2010
No estoy segura de que fuera navidad
Título "Ernesto salva la navidad"
No estoy segura de que fuera navidad, pero lo parecía.
El día había comenzado con la perdida de uno de mis dientes, pero eso no aminoró la experiencia de descubrir una nueva ciudad muy lejos de la mía. Aquello me distrajo de la idea de ser visitada por un hada cleptómana en su intento de meter la mano bajo mi almohada.
Nadie me advirtió que de vuelta al hotel encontraría las camas tendidas, la ropa en su lugar y chocolates en el tocador. ¿Qué hace todo el mundo comprando casas cuando deberían estar mudándose a habitaciones de hotel?
Tomé un baño caliente, me puse la pijama y mientras lavaba mis dientes deje caer al retrete "por accidente" un premolar de leche en un acto de precaución.
Mi madre recibió un carrito con la cena, cubierta con extravagantes tapas metálicas para conservar su calor. Mi hermano prendió el televisor, eligiendo entre todos los canales aquel donde emitían la película "Ernesto salva la navidad". Tan ligera e hilarante.
Una solo lampara iluminaba toda la habitación y tras el gran ventanal las luces de los edificios se unían con las estrellas. Aunque la ciudad no podía ser más ajena y nada nos pertenecía en ese lugar, todo lo que necesitaba en el mundo se concentró en cuatro paredes, y la noche trascurrió como la más dulce de las navidades.
a las
4:13 p.m.
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diciembre 21, 2010
Memento
Título "Memento"
"Aquel aventurero no piensa en el futuro, solo presta atención en el ahora. Lo único que le apasiona del pasado es que sobrevivió a el"
-Boquita Blasfema a.k.a. Mariella
Nora dejó de escribir sobre su vida el día que el viejo perro del vecino entró y lo destruyó todo a su paso. Una bolsa enorme con té de la india, un libro con buenas historias de J. Cortazar, una docena de fotos, entre otras cosas cuya importancia era poca, porque hasta hoy no las echa de menos. Lo que sí era digno de lamentos era su bitácora, de la que solo quedaron los aros metálicos y cientos de palabras trituradas, como si aquel animal hubiese gozado por primera vez de la carroña. Así fue como la vida descompuesta de Nora fue tragada por un sabueso.
En el momento Nora no reparó en aquella perdida, pues tras el desastre le siguió una acalorada discusión con el portero y amenazas hacia el vecino jurándole que hablaría a la perrera. Y apenas terminado de limpiar, sus parpados y ella calleron rendidos en el sofá.
En el momento Nora no reparó en aquella perdida, pues tras el desastre le siguió una acalorada discusión con el portero y amenazas hacia el vecino jurándole que hablaría a la perrera. Y apenas terminado de limpiar, sus parpados y ella calleron rendidos en el sofá.
Al despertar, antes del desayuno un extraño temor de perdida le asaltó, así que decidió dejar a un lado ese habito de anotarlo todo y optó por memorizar solo lo que creía valía la pena, mientras que todo lo sobrante se permitió olvidarlo.
Las personas a su alrededor comenzaron a hablar de lo bien que se veía últimamente, un brillo de ligereza se podía apreciar en sus ojos. Poco a poco olvidó su disputa con el viejo sabueso e inclusivo, tras la extraña muerte de su vecino ella decidió adoptarlo y lo rebautizó con el nombre de Leonard Shelby. Y así fue como Nora se indujo una amnesia parcial solo para conocerse de nuevo, a partir de cero limitantes o suposiciones, lo que ella era ahora en esta ocasión no tendría nada que ver con lo que fue.
a las
12:27 a.m.
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diciembre 13, 2010
Los creyentes
"The gratest escape I ever made was when I left Appleton, Wisconsin"
-Harry Houdini
Esta historia me gusta contarla, pero nunca lo hago bien. Hace un par de años tenía la costumbre de extraviar mi cartera constantemente. La dejaba en bancas, mostradores, butacas. Consecuencia de una mente abrumada. Un día N la encontró e hizo la cosas más descabellada envolviéndola en capas y capas y más capas de periódico, para luego echarla dentro de un bote de basura. Después me hizo buscarla. ¡Oh! como lo maldije durante toda mi búsqueda. Pero cuando terminé de desenvolverla de esa cantidad ridícula de papel, encontré además de mi cartera, un mensaje para mí iluminador. Desde aquel día N se convirtió en uno de mis mejores a amigos.
Vivimos para ser sorprendidos. Me parece que no le sacamos el debido provecho a esa verdad. Cuando presenciamos un espectáculo de magia, el prestidigitador ante nosotros tiene mucho a su favor, puesto que estamos ahí, dispuestos a ser engañados para nuestro entretenimiento.
Nada como sorprender a alguien y dejarle atónito. El ilusionista ni siquiera necesita poner en evidencia su autoría, de hecho el anonimato ofrece cierta dulzura. Por eso sugiero siempre guardar un par de trucos bajo la manga, para que los compartan en momentos claves, para que sean generosos.
En cuanto al contenido de la nota que N puso en mi cartera... pues nada me gustaría mas que decírselo, pero son mayores mis deseos de que sean ustedes quienes escriban su propia versión, palabras dulces que curen sin querer, y luego vayan a volver loco a un amigo.
Vivimos para ser sorprendidos. Me parece que no le sacamos el debido provecho a esa verdad. Cuando presenciamos un espectáculo de magia, el prestidigitador ante nosotros tiene mucho a su favor, puesto que estamos ahí, dispuestos a ser engañados para nuestro entretenimiento.
Nada como sorprender a alguien y dejarle atónito. El ilusionista ni siquiera necesita poner en evidencia su autoría, de hecho el anonimato ofrece cierta dulzura. Por eso sugiero siempre guardar un par de trucos bajo la manga, para que los compartan en momentos claves, para que sean generosos.
En cuanto al contenido de la nota que N puso en mi cartera... pues nada me gustaría mas que decírselo, pero son mayores mis deseos de que sean ustedes quienes escriban su propia versión, palabras dulces que curen sin querer, y luego vayan a volver loco a un amigo.
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12:35 a.m.
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noviembre 20, 2010
Día perfecto
Título "Universo en lata"
Just a perfect day; you make me forget myself. I thought I was someone else someone good (...) You're going to reap just what you sow.
-Lou Reed
Llegaste y me encontraste sentada en el comedor a media luz, con un lápiz en la mano y la hoja en blanco sobre la mesa -Pareces uno de mis personajes- me dijiste - y uno de los que no sobreviven al final - Tomaste mi mano y la besaste como siempre -Nadie sobrevive al final- te respondí, sin referirme a una de tus novelas.
Caminaste por todo el departamento tarareando esa canción de Lou Reed. Desde que te conozco eres una especie de caja musical viviente y atípica. Desde mi lugar te miré verter jugo de uva en un vaso -¿Porque hago esto?- pensé- perder tiempo escribiendo versos tortuosos cuando tú estas aquí, a unos metros, parando en la cocina, tomando jugo de uva a media luz - Tiré el lápiz, porque siempre es un gusto tirar objetos cuando te sientes eufórico -Cariño, ven acá y cántame al oído -
a las
11:32 a.m.
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septiembre 17, 2010
Eventos afortunados en medio de otros desafortunados
En alguna ocasión la bella Michel me pidió casi llorando que sacara de su cuarto una mariposa negra, esa que también se conoce como palomilla. Con una escoba y unos cuantos gritos la saque de la casa. Lo siguiente era lograr que Michel se relajara. Estaba sentada en una silla del patio trasero. -¿Qué te pasa, porque te pones así?- -No sabes que cuando una mariposa negra entra a la casa, una personas cercana morirá- Aunque su declaración me pareció absurda, le inventé un ritual para contrarrestar el mal augurio (algo relacionado con sal y unas gotas de vainilla). Michel se mudó a la semana, pero hasta donde yo sé nadie murió aquel mes.
Hace tres días que una mariposa negra se posa en la entrada de la casa, y en una ocasión casi entra por la puerta. Al verla recordé inevitablemente a Michel y su creencia de que son "embajadoras de la muerte".
Hoy en la madrugada sonó el teléfono. Y toda llamada al teléfono de una casa, después de media noche, suelen ser malas noticias. Cosa que no aplica a celulares cabe mencionar.
Sigo sin creer en dicha superstición, pero detesto cuando una serie de eventos desafortunados y las desagradables coincidencias intentan a toda costa debilitarnos.
Hace tres días que una mariposa negra se posa en la entrada de la casa, y en una ocasión casi entra por la puerta. Al verla recordé inevitablemente a Michel y su creencia de que son "embajadoras de la muerte".
Hoy en la madrugada sonó el teléfono. Y toda llamada al teléfono de una casa, después de media noche, suelen ser malas noticias. Cosa que no aplica a celulares cabe mencionar.
Sigo sin creer en dicha superstición, pero detesto cuando una serie de eventos desafortunados y las desagradables coincidencias intentan a toda costa debilitarnos.
a las
10:02 a.m.
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agosto 16, 2010
Botella al mar
Un hombre lleva a su hijo por primera vez a la playa. Con toda calma le explica que la arena difiere de una costa a otra. En algunos lugares la arena se hunde calidad entre los dedos , mientras que en otros parece que caminas sobre un brillante terciopelo. Ambos, padre e hijo pasan una tarde estupenda. El padre, tararea canciones de su juventud al mismo tiempo que toma fotografías. El niño, construye enormes murallas para escenificar batallas épicas entre sus soldados miniatura. La marea comienza a subir, y en el ir y venir de las olas uno de los soldados desaparece sin dejar rastro. El hombre con toda calma explica al niño que el mar no quita por capricho. Es mejor pensar que todo lo que se pierde siempre llega a manos de alguien que lo necesita. El niño se pregunta en silencio que pasaría si él mismo se tirara al mar ¿a dónde llegaría?. Esa pregunta perduraría en él toda la vida. Por lo pronto, padre e hijo vuelven a casa a salvo. Con numerosas fotografías. Tras solo una baja.
a las
6:03 p.m.
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agosto 03, 2010
Productos genéricos
"Afortunados los somnolientos,
pues no tardaran en dormirse."
-Friedrich Nietzsche
Único Acto
-Siempre el amor, siempre el error. Siempre pensando ingenuamente que hay una respuesta sencilla para cada problema- pensaba mientras marcaba uno por uno el precio de los productos.
-Con el tiempo vas aprendiendo a leer las caras- pensaba mientras cobraba dos litros de leche, una caja de macarrones y una barra de pan.
-La gente que se ve más feliz jamás compra las marcas genéricas- pensaba mientras otro cliente le pagaba en efectivo sin mirarle a los ojos.
Ahora, en todo el supermercado sonaba la música de Frank Sinatra, y por algún extraño fenómeno sonoro el pasillo tres siempre retumbaba cuando ponían a Sinatra. Su caja registradora estaba enfrente del pasillo tres.
-Otra vez la voz de un muerto- pensaba mientras no había clientes por atender - no es extraño que muchos digan que ven fantasmas. Los muertos están en todos lados, en las películas, en los libros, en la música, en la suela de nuestros zapatos. No hay momento del día en el que no los invoquemos y caminemos sobre sus cenizas.
Otro cliente más, solo genéricos, pero en medio de todos esos paquetes de colores opacos aparece un pequeño cactus en una maceta roja. Sin rebaja. El hombre le paga con un par de billetes y la mira directo a los ojos. Ella le ayuda a meter todo en tres bolsas de plástico y al alejarse, él hace un leve movimiento de mano en señal de despedida.
Deja la caja registradora -era un bello par de ojos azules - murmura para sí, mientras arrastra sus zapatos por todo el pasillo -era un bello par de ojos azules - murmura para sí, hasta que se topa con su supervisora para decirle -He visto al fantasma de Sinatra -
-Bueno- le dice su supervisora -puedes tomarte el día-
-Siempre el amor, siempre el error. Siempre pensando ingenuamente que hay una respuesta sencilla para cada problema- pensaba mientras marcaba uno por uno el precio de los productos.
-Con el tiempo vas aprendiendo a leer las caras- pensaba mientras cobraba dos litros de leche, una caja de macarrones y una barra de pan.
-La gente que se ve más feliz jamás compra las marcas genéricas- pensaba mientras otro cliente le pagaba en efectivo sin mirarle a los ojos.
Ahora, en todo el supermercado sonaba la música de Frank Sinatra, y por algún extraño fenómeno sonoro el pasillo tres siempre retumbaba cuando ponían a Sinatra. Su caja registradora estaba enfrente del pasillo tres.
-Otra vez la voz de un muerto- pensaba mientras no había clientes por atender - no es extraño que muchos digan que ven fantasmas. Los muertos están en todos lados, en las películas, en los libros, en la música, en la suela de nuestros zapatos. No hay momento del día en el que no los invoquemos y caminemos sobre sus cenizas.
Otro cliente más, solo genéricos, pero en medio de todos esos paquetes de colores opacos aparece un pequeño cactus en una maceta roja. Sin rebaja. El hombre le paga con un par de billetes y la mira directo a los ojos. Ella le ayuda a meter todo en tres bolsas de plástico y al alejarse, él hace un leve movimiento de mano en señal de despedida.
Deja la caja registradora -era un bello par de ojos azules - murmura para sí, mientras arrastra sus zapatos por todo el pasillo -era un bello par de ojos azules - murmura para sí, hasta que se topa con su supervisora para decirle -He visto al fantasma de Sinatra -
-Bueno- le dice su supervisora -puedes tomarte el día-
a las
10:20 p.m.
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mayo 13, 2010
.Testamento de un jueves.
Asegurate que la canción de Zorba el Griego suene en mi funeral. Que mis amigos más cercanos organicen una fiesta que dure tres días y tres noches. Alguien deberá leer el poema de cuatro bodas y un funeral, mientras otro señalará mi obsesión por robarme elementos de las películas. Todo debe estar lleno de magnolias o en su defecto amapolas. Mis cenizas deberán ser convertidas en un diamante, para luego ser colocado en el collar de un hermoso gato negro. En mi lapida simbólica se leerá "Vivió para amar, y le salió bien. Buenas noche, buenos días".
a las
7:44 p.m.
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abril 12, 2010
.signo de exclamación.
Ese invierno no pudimos comernos a los patos... ni el siguiente. Por las mañanas me gustaba salir a desayunar al patio, solo para verlos caminar de esa manera tan graciosa. Nunca les caí bien pero yo los amé desde el primer instante. Llegué a tomarme toda una botella de lambrusco mientras les explicaba mis ideas de mundo y como pensaba revolucionarlo. Durante el verano se apoderaron de la piscina y no pudimos usarla ni una sola vez. Siempre se levantaban antes de que yo lo hiciera y cuando me fui les dije que solo iba por unos cigarros. Que puedo decir, odio decir adios (y eso que la vida no es mas que una despedida prolongada).
a las
10:35 p.m.
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febrero 24, 2010
.el hacedor de fotos.

Cuando vamos a Gandhi me gusta acompañarte a la sección de literatura universal y ver como buscas libros por el apellido en medio de la desigualdad de tamaños y colores. Siempre hay buena música, algo de jazz para ambientar la compra, por lo que se ha vuelto una costumbre que yo te jale para bailar un minuto o dos al ritmo de la música, esta ultima vez entre la A de Paul Auster y la C de Arthur Conan Doyle. Y como siempre los de Gandhi nos dejan ser.
Al día siguiente tengo la seguridad, a propósito del libro La carretera, que al llegar el apocalipsis mantendrás tu bondad. Un requisito indispensable para mi. Y mientras preparabas el café , me peino y escucho tu música rara con tambores japoneses.
Me voy y compro un maceta con tulipanes para C. Me esmero en que le pongan un papel amarillo y un lazo rosa como adorno. Camino y descubro que andar por las calles, con una maceta de flores para regalo esta en esa lista de cosas pequeñas y sencillas que me ponen de excelente humor.
Mas tarde me invitas un bagel, a ese lugar donde los preparan con manzana y atún (suena raro pero sabe bien), hablamos sobre Naranja Mecánica y por supuesto que eso lleva a cualquiera indagar sobre el uso del idioma. Volvemos y vemos algo de Allen porque nos da seguridad. Tenemos lindos sueños.
¿Ya te dije que cada día tomas mejor las fotografías?
Al día siguiente tengo la seguridad, a propósito del libro La carretera, que al llegar el apocalipsis mantendrás tu bondad. Un requisito indispensable para mi. Y mientras preparabas el café , me peino y escucho tu música rara con tambores japoneses.
Me voy y compro un maceta con tulipanes para C. Me esmero en que le pongan un papel amarillo y un lazo rosa como adorno. Camino y descubro que andar por las calles, con una maceta de flores para regalo esta en esa lista de cosas pequeñas y sencillas que me ponen de excelente humor.
Mas tarde me invitas un bagel, a ese lugar donde los preparan con manzana y atún (suena raro pero sabe bien), hablamos sobre Naranja Mecánica y por supuesto que eso lleva a cualquiera indagar sobre el uso del idioma. Volvemos y vemos algo de Allen porque nos da seguridad. Tenemos lindos sueños.
¿Ya te dije que cada día tomas mejor las fotografías?
a las
11:14 p.m.
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diciembre 10, 2009
Donde nada pasa hay una pista de aterrizaje para el desastre (Parte 9)
Esa tarde de invierno era calurosa. La gente corría atareada, sudando a causa de su vestimenta ahora inapropiada. Sin embargo no había tiempo de parar. Los niños salían del colegio gritando y hambrientos de destrucción, los hombres buscaban refugio en la casa de sus amantes, mientras algunas mujeres abarrotaban los supermercados para comprar toda la comida baja en grasas posible. Yo, simplemente caminaba.
Perdí mi empleo a principios de Julio y ya había pasado por todas aquellas etapas bien conocidas: depresión, negación, ira, etc. Justo entonces atravesaba la famosa etapa de "camina por las calles sin rumbo fijo". Al ser una observadora de la exitosa vida de los demás, con sus autos, ropas con etiquetas caras y perros caniches, poco a poco comencé a notar que me había salido por completo de la carretera del mundo y que ningún Jack Kerouac podría hacerme cambiar.
A pesar de eso sonreía con superioridad al ver a las personas atoradas en los embotellamientos de tráfico. Cuando vendí mi auto para pagar las tarjetas de crédito pasaba por mi etapa de ira, así que por la noche me escabullí a casa de la mujer de pelo rojo que me lo compró y golpeé los faros traseros con el palo de una escoba. Después de eso no volví a desear tener uno porque concluí que los autos sacan lo peor de las personas.
Visitaba el café Hera un par de veces a la semana para llenarme de su olor a cigarrillo (dulce recuerdo a papá) y también para saborear la súper barata sopa de pollo con tallarines que sabía aun mejor condimentada con veinticuatro horas de estomago vacío. Esa tarde entré sin mirar a nadie, solo tomé un menú para hacerme la interesante ante la mesera antes de pedir mi sopa. Pensé en la vida que me perdía y en como se perdían los que decían tener una; en aquellas personas que se aprenden citas para sonar intelectuales y en aquellos que se escudan tras la frase "Lo vi en Discovery Channel". Recordé a un par de amistades que no sabía si habían dejado de hablarme por no haberles regalado algo en sus cumpleaños o por no tener saldo.
Dejaron la sopa en la mesa y contemplé el oleaje dentro del plato. Cada misterioso ingrediente estaba ahí, las zanahoria pálida, la papa que no sabía a papa, los tres diminutos trozos de pollo flotando, y a pesar del confort que otorga un platillo que siempre sabe igual, por primera vez en mucho tiempo sentí miedo. Y palidecí. Probablemente nunca tendré un bello perro caniche, pensé, supongo que necesitan ir a la peluquería seguido. Después de un rato mire mi reloj, la manecilla se había detenido. Era todo. Me quedé ahí viendo los tallarines enfriarse, sentada en el café Hera una tarde calurosa de invierno, acompañada únicamente por par de bolsillos vacíos. Fue cuando ví a Nora.
a las
12:05 a.m.
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noviembre 03, 2009
.cosas que llevar a la lavandería.

Escucho de nuevo esa vieja melodía. A lo lejos un hombre escribe música para mí.
Respiro hondo, y mis pulmones se llenan de ese falso olor a limpieza que los detergente nos venden. El ciclo de lavado, las bolsas de ropa vacía, la espuma, todo parece ir al ritmo de una trompeta melancólica.
Me siento en el piso blanco, impecable, y me pregunto dónde está. Me pregunto si de alguna manera los sonidos que nos topamos en la calle se pueden embotellar. Toco mis labios sin permiso, y los descubro, sonriendo traviesos.
Respiro hondo, y mis pulmones se llenan de ese falso olor a limpieza que los detergente nos venden. El ciclo de lavado, las bolsas de ropa vacía, la espuma, todo parece ir al ritmo de una trompeta melancólica.
Me siento en el piso blanco, impecable, y me pregunto dónde está. Me pregunto si de alguna manera los sonidos que nos topamos en la calle se pueden embotellar. Toco mis labios sin permiso, y los descubro, sonriendo traviesos.
*
a las
9:57 p.m.
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octubre 01, 2009
.vagabundo.

En las escaleras de la vieja casa, intenté pronosticar que sentiría al verla destruida. Ese lugar tan seguro, donde los niños hacía sus pijamadas y en el que yo resguardaba la casita del árbol de lily ledy, mi único tesoro hasta entonces.
No pude imaginar lo que sentiría, ni siquiera me acerqué un poco. Fue algo agridulce... porque el recuerdo de la casa prevalece, y aunque sea ahora el jardín soñado de alguien más, siempre simpre lo miraré como algo robado.
a las
12:47 a.m.
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abril 03, 2009
.historias de acera.

Somos afortunados al vivir cerca de una funeraria. Al pasar frente a ella guardamos silencio. ¿Por respeto? ¿por reflejo? quizá por ambas. Al instante cualquier conflicto pierde credibilidad. Lo desarma. Me quedo mirando a la gente confundida. Nadie dice nada. Pienso en la última cosa que veré antes de morir, quizá el techo, aunque yo preferiría un par de ojos castaño oscuro. Lo cierto es que son mínimas las cosas que podemos elegir. Si tuviera que elegir una carta del tarot, hoy tomaría entre mis manos la número XVIIII. También viviría cerca de una funeraria siempre.
a las
1:50 a.m.
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febrero 08, 2009
.Texto/Efecto colibrí.
Nora tenía ambas maletas atiborradas. Intentaba meter los cuatro meses restantes de su vida en una endeble caja de cartón. Pensó que ni siquiera valía la pena escribir en ella la palabra frágil.
Libros de arte, siete pleículas, dos paquetes de fotografías, colores pastel, acuarelas y una bola de billar /la numero ocho/ que había encontrado un día camino al trabajo. Era todo.
Lázaro le dijo que se mudarán juntos, que viviera con él ahora que se iba a Argentina. Eso era un "lo quiero todo" con letras mayúsculas, pero para ella el plan sencillamente no cuadraba.
Estaba convencida de la existencia de errores tan debastadores que fastidiaban la vida sin remedio alguno. El Tío Alfonso, Lucía, Mario Quiroz entre muchos otros compartían esa desgracia. Y todo por una sola mala decisión.... la linea espacio-tiempo se trasformaba tan abruptamente que te hallas viviendo en otra dimensión... y la existencia se reduce a un fallido viaje en el tiempo.
Trataba de ser susceptible a toda posible alerta. No podía quitar de su cabeza el hecho de que siempre que ella veía un colibrí y se lo decía, él al voltear nunca alcanzaba a verlo. Y esa sola desincronización era suficiente para aterrarla.

a las
1:08 p.m.
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