Durante mi visita al diminuto poblado de Valle de Juárez deseaba un café con todas mis fuerzas. Un día antes lluvia, truenos y relámpagos se apoderaron de las calles empedradas de Mazamitla (un pueblo mágico, famosos por su ambiente de bosque, algo vaquero, llenó de cabañas con chimenea) haciendo que calcetas, zapatos y mi único par de pantalones se empaparan.
Por lo tanto mi desesperada búsqueda del brebaje se debía mas bien al miedo infundado de contraer pulmonía. ¡Ja! Pero terminé comprando NIEVE, la más deliciosa nieve de todo el mundo. "Cantó de sirenas", "Llanto de dioses", "Beso de ángel"... la dueña del negocio no dejaba de decir nombres y nombre de los diferentes sabores, cada uno más exótico que el anterior. Tres días para elaborar cada galón, dijo. Hasta hora no me he enfermado. Creo que el manjarcito me curó, de paranoia y todo.
Por lo tanto mi desesperada búsqueda del brebaje se debía mas bien al miedo infundado de contraer pulmonía. ¡Ja! Pero terminé comprando NIEVE, la más deliciosa nieve de todo el mundo. "Cantó de sirenas", "Llanto de dioses", "Beso de ángel"... la dueña del negocio no dejaba de decir nombres y nombre de los diferentes sabores, cada uno más exótico que el anterior. Tres días para elaborar cada galón, dijo. Hasta hora no me he enfermado. Creo que el manjarcito me curó, de paranoia y todo.
1 comentario:
La nieve mata. A personas como yo, al menos. Saludos!
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